Beato: Jorge Vargas González

JORGE VARGAS GONZÁLEZ, laico 28 de septiembre, 1899 – 1 de abril, 1927

Nació en Ahualulco, Jalisco, el 28 de septiembre de 1899. laico célibe. Joven católico, educado cristianamente por sus piadosos padres, Antonio y Elvira, convivía en el sano ambiente de una numerosa familia, hacía oración y con frecuencia participaba en la Santa Misa y en la Asociación Católica de la Juventud Mexicana de Guadalajara.

Era un muchacho alegre y servicial. Terminados sus estudios, entro a trabajar como empleado en la Compañía Hidroeléctrica. Cuando se cerraron los cultos en los templos católicos de toda la nación mexicana, su hogar sirvió de refugio a muchos sacerdotes perseguidos.

El sacerdote Lino Aguirre García se refugio en la casa de la familia Vargas González y allí, en forma oculta, celebraba la Santa Misa. Disfrazado salía en una bicicleta, vestido con ropas de obrero para llevar los auxilios espirituales de los Sacramentos a los necesitados y a un convento de Religiosas. Para acompañarlo, Jorge se ofreció como su guardaespaldas, siguiéndolo en sus correrías apostólicas a una prudente distancia.

Anacleto González Flores también tuvo que refugiarse en la casa de los Vargas González cuando era perseguido, y Jorge fue su compañero de habitación hasta el día 1 de abril, en que los policías de la ciudad los apresaron y los llevaron al Cuartel Colorado.

Un mismo calabozo sirvió para alojar a tres de los Vargas Gonzáles; su crimen, haber alojado a un católico perseguido. Horas después, encerraron en una celda continua a Luis Padilla Gómez y a Anacleto González Flores. Jorge, desde la reja de su prisión dio a entender a Luis Padilla que serian fusilados. Se lamentó luego de no poder recibir la Comunión siendo ese día viernes primero, pero su hermano Ramón le reconvino: “No temas, si morimos, nuestra sangre lavara nuestras culpas”.

La entereza de ánimo de los hermanos se mantuvo. Por una orden de ultimo momento uno de los tres hermanos Florentino, fue separado del resto. Antecedió a la muerte algún tipo de tormento, pues el cadáver de Jorge presento un hombro dislocado, contusiones y huellas de dolor en el semblante; lo cierto es que llagada la hora, con un crucifico en la mano, y ésta junto al pecho, recibió la descarga cerrada del 201 batallón que ejecutó la sentencia.

Durante el sepelio, cuando la madre de las victimas estrechó en sus brazos a Florentino, le dijo: “¡Ay, hijo! Que cerca de ti estuvo la corona del martirio; debes ser bueno para merecerla”; el padre, por su parte, al enterarse cómo y porque murieron, exclamó: “Ahora sé que no es el pésame lo que deben darme, sino felicitarme porque tengo la dicha de tener dos hijos mártires”.

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